lunes, 28 de febrero de 2011

ARGENTINA - USHUAIA - PARQUE NACIONAL "TIERRA DEL FUEGO"

por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com





A 1.000 km de la Antártida, a 3.000 de Buenos Aires y cerca de 18.000 de Alaska, el Parque Nacional Tierra del Fuego, a pocos kilómetros de la ciudad argentina de Ushuaia, la más austral del mundo.



Visité Ushuaia y el Parque nacional Tierra del Fuego en mayo del 2008.



Pese a ya estar muy cerca el invierno, todavía restaba algo de coloración.



Los cielos purísimos y la nieve se alternan en medio de las aguas cristalinas y los bosques de lengas y otras especies botánicas.



Las aguas del Parque son como espejos; reflejan el cielo de tal forma que uno no está seguro de estar mirando arriba o abajo si fija su vista en ellas.







Los bosques nevados del Fin del Mundo invitan a una meditativa soledad.



Pese al frío dominante, encontraremos varias especies animales. A simple vista, aves y mamíferos.





Los vientos en la zona playera del todavía mal llamado "Lago Roca" (un siniestro personaje de la historia argentina), extremadamente fuertes en el mes de mayo. A uno lo arrastran contra su voluntad hacia el interior boscoso.





La pureza del aire azul es única. Sin contaminación como la que padecemos en las grandes ciudades de la actualidad, el espacio aéreo es tan límpido que asombra.



Sólamente en las alturas de los Andes, a más de 4.000 metros, disfruté de un aire tan puro. Claro que a 4.000 metros hay mucho menos oxígeno que en Ushuaia...



Recorrí el Parque en soledad, como prefiero; aunque no recomiendo que lo haga quien carezca de experiencia suficiente. Es fácil desorientarse en los bosques.



Un GPS satelital a mano es lo ideal.





Muy peligrosos son los espejos de agua dentro de los bosques. Fácil el pisarlos e irse al fondo helado...



También hay facilidades para acampar y cocinar:



Una saludable advertencia: como leen abajo en el cartel, está prohibido ingresar en ciertas zonas del Parque después del mediodía sin ropa ni estado físico adecuado. Como si fuera poco, extraviarse es harto sencillo, y las noches de mayo en el Parque deben de ser terribles. Una brújula, instrumento imprescindible, a falta de un GPS satelital, además de la ropa de abrigo y el estado físico.



Una experiencia única. Se los garantizo.









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